La flexibilidad, junto con el rigor y la puntualidad, es otra cualidad esencial del traductor. Los encargos pueden llegar en cualquier momento, así que no hay horarios. No podrá contar las horas y tiene que respetar sus plazos.
El traductor no solo debe ser flexible en cuanto a los horarios, sino también en la forma en que aborda el trabajo. Su actividad principal es la traducción, pero hay diferentes etapas en el proceso de traducción: determinar el contexto y el público objetivo, investigar la terminología (los términos más adecuados al tema), investigar, verificar las fuentes, traducir el texto, revisar la traducción, maquetar y, finalmente, enviar la traducción al cliente; versatilidad es la palabra.